Ahora que estoy en el corazón de Europa me doy cuenta de lo excepcional que es viajar sin ninguna barrera, sin ningún tipo de bloqueo. Pero no siempre fue así, siempre estuvimos invadidos de fronteras aisladoras y discriminadoras. Aquí dejo un fragmento de El caminante, de Hermann Hesse, escrito en 1918. ¡Qué hermoso es cruzar tales fronteras! El caminante es en muchos aspectos un hombre primitivo, del mismo modo que el nómada es más primitivo que el campesino. Pero vencer el sedentarismo y despreciar las fronteras convierte a la gente de mi clase en postes indicadores del futuro. Si hubiera más personas que sintieran mi profundo desprecio por las fronteras, no habría más guerras ni bloqueos. No existe nada más odioso que las fronteras, nada más estúpido.